ENVEJECER Y EMOCIONES
Recuerdo que hace años una amiga me dijo que de mayor quería ser como un viejecito que había encontrado en una terraza de Barcelona tomando café y leyendo el periódico. Aunque no recuerdo porqué lo decía, ni la argumentación que utilizó para explicármelo, me quedé con la idea de que su imagen de felicidad era la de llegar a un estadio de sabiduría vital que parecía encarnar este hombre con el que se topó de manera fortuita. Así podría introducir bien el tema de qué pasa con las emociones a medida que envejecemos, sobre si el factor edad o experiencia juega algún papel digno de ser resaltado.
Revisando literatura no he encontrado estudios que respondan directamente a la pregunta. Básicamente lo poco que he encontrado ha sido un estudio comparativo entre emociones y edad, y un estudio sobre emociones y envejecimiento que incluye un modelo de intervención (ACERCAR).
Mi experiencia me apunta algunas reflexiones:
MAS TIEMPO, MAS OPORTUNIDADES.
Cada día es una oportunidad para lo bueno y para lo malo. Más tiempo de vida implica muchas más posibilidades para vivir todo lo que en ella se encuentra. Bien es cierto que en la gestión del tiempo muchas personas terminan haciendo lo mismo o parecido siempre, instalados en la seguridad de lo conocido; otras, por contra, estarían aprovechando hasta el último segundo. Muchas veces no solo es la propia actitud lo que determina lo que se vive, sino que la propia vida sale a tu encuentro de manera caprichosa sin margen de maniobra. Las oportunidades son trenes de mercancías con gran capacidad de generar vivencias y aprendizajes. Uno puede dejarlos pasar o puede subirse, alguna vez puede verse dentro sin hacerlo elegido. Vivir más te da más "chance" para optar y esto es un elemento importante a tener en cuenta.
CON LA EDAD Y LA EXPERIENCIA CAMBIAN LAS NECESIDADES.
Me ha llamado la atención cómo los estudios no hacen referencia a las distintas características culturales, generacionales y vitales a la hora de interpretar las reacciones de personas de distintas edades a los mismos estímulos emocionales. Me resulta evidente que hay emociones que se viven más intensamente cuando se descubren, independientemente de la edad que se tenga. He tenido la suerte de conocer personas que se han enamorado por primera vez en la vida con más de sesenta años y no he observado diferencias sustanciales con los jóvenes. Creo que las necesidades personales marcan de forma importante la intensidad de las emociones que nos mueven. Pero en cualquier caso siempre dependiendo del patrimonio emocional de cada uno y del repertorio experiencial de cada persona.
LOS SABIOS SUELEN SER MAYORES.
La sabiduría, ese conocimiento vital más que cerebral, suele ir casi siempre asociado a la edad. En una sociedad como la nuestra reconocemos como personas verdaderamente valiosas a aquellas que más allá de unos logros personales y/o profesionales han conseguido alcanzar un equilibrio vital digno de una sana envidia. Tengo la impresión que nuestra experiencia genera con el paso del tiempo y con grandes dosis de reflexión sobre ella esa sabiduría de la que hablo.
NECESIDADES EMOCIONALES DE LAS PERSONAS MAYORES.
No me cabe la menor duda de que las personas mayores tienen unas especificidades emocionales derivadas del momento que viven. Por una parte el manejo de la pérdida tanto desde el punto de vista del proceso de envejecimiento corporal y de las enfermedades asociadas, como por la progresiva desaparición de personas queridas. La importancia de una buena gestión de la soledad es clave en estos instantes de la vida. Creo que la aceptación consciente de lo vivido, la integración vital de la propia historia es otra clave para encontrar felicidad en esta etapa. Por último señalaría la ilusión como fuente de vitalidad, de actividad, de motivación para la búsqueda permanente de los máximos niveles de autonomía.
He tenido la suerte de conocer a personas mayores, de charlar largo y tendido con ellas, de conocerlas con cierta profundidad. Ellas me enseñaron mucho de aquello que pasa en esa parte de la vida que aun no me ha llegado. Por eso gracias, Begotxu, Estrella, Pedro.
Autor: Pablo Cueva
Psicólogo sanitario de orientación conductual (BI-1563).
Director de Consulta de Psicología PosiKtiBa (2014-actualidad)
Consultor y formador en tematicas relacionadas con las emociones.
Cognitive and emotional Manager en Nire iHealth.
Colaborador de Radio Popular- Herri Irratia de Bilbao.
Coordinador de la red “entrenando emociones”.
Presidente de la Asociación "Consorcio de Inteligencia Emocional" (CIE).
Director del Centro URBEGI de Psicología Clínica y Preventiva (1996-2005).
Director de Consulta de Psicología PosiKtiBa (2014-actualidad)
Consultor y formador en tematicas relacionadas con las emociones.
Cognitive and emotional Manager en Nire iHealth.
Colaborador de Radio Popular- Herri Irratia de Bilbao.
Coordinador de la red “entrenando emociones”.
Presidente de la Asociación "Consorcio de Inteligencia Emocional" (CIE).
Director del Centro URBEGI de Psicología Clínica y Preventiva (1996-2005).
Colaborador de EDEKA (Red de federaciones de personas con discapacidad de Euskadi) entre 2004 y 2014
Miembro de la Adieraspen Eskola – Escuela de expresión (1999-2006).
Educador social. Animador sociocultural en la ONCE (1991 – 2001).
Miembro de la Adieraspen Eskola – Escuela de expresión (1999-2006).
Educador social. Animador sociocultural en la ONCE (1991 – 2001).
Profesor - Colaborador de la Fundación EDE , ONCE Euskadi, Fondo Formación Euskadi y el Instituto de Estudios de Ocio de la Universidad de Deusto.